La tierra que me vió nacer. Las montañas que son hogar. Un territorio de inmensos bosques y de verdes praderas, pero también de crestas que quitan el hipo y de historias de leyenda. Un paraje lleno de vida, de pasión por la naturaleza y de afición desmedida por la montaña. Esa montaña que choca contra el mar y baña de esplendor sus bellos acantilados.
Desde la cruz del Gorbea hasta la mística del Anboto, pasando por el legendario Aizkorri, la historia empapa cada rincón de estos “tres grandes” (Hiru Haundiak) y nos ofrece un territorio de viva esencia. Tres cimas que no están solas, tres cimas que se elevan acompañadas de históricos nombres como los de Aratz, Oiz, Txindoki o Jaizkibel, que velan por sus “mendizales” (montañeros).
Los Parques Naturales de Urkiola, Aizkorri-Aratz o Gorbea son solo la superficie de una tierra sembrada por eternos valles, bosques de ensueño y parajes idílicos. Terrenos de viejas leyendas llenas de misterio, brujas y cuevas. Lugar sagrado para la mitología de un pueblo tan antiguo como las paredes de las montañas que lo arropan. Mi lugar.